La existencia del Mal absoluto puede discutirse; la existencia de la miseria absoluta, no: no existe. Ése suele ser el mecanismo de promoción de las clases sociales: no se asciende, sino que una nueva clase llega al furgón de cola y parece empujar hacia arriba a los promocionados, aunque en realidad se limita a liberarles de parte de sus miserias.
Nota: extraído del artículo Miserables, publicado hoy en el diario El País.
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